24 julio, 2011
Queremos tanto a Cortázar
Descubrí a Julio Cortázar cuando tenía exactamente 16 años. Lo sé porque fue a esa edad cuando empecé a trabajar como camarero en un salón de bodas, bautizos y comuniones los fines de semana. Aunque parezca raro, me enteré de la existencia de Cortázar en la cocina de ese macrorestaurante, entre fogones. Ese año 2001 yo había leído Trafalgar de Galdós y había quedado impresionado por la literatura de un autor al que hasta entonces desconocía. Recuerdo una discusión con un compañero de trabajo (mi amigo Francesc, seguramente el único miembro de la plantilla de casi cien camareros con el que se podría hablar de estos temas) en la que yo defendía la calidad de la prosa galdosiana y el contraargumentaba haciéndome sus propias recomendaciones: los cuentos de Quim Monzó y, especialmente, los de Julio Cortázar. Incluso recuerdo que, como buen músico vocacional que es, Francesc me habló de "El perseguidor". La insistencia de mi amigo hizo que pocos días después fuese a la librería y me comprase una antología de cuentos titulada Todos los fuegos, el fuego (en América para los no americanos hay un capítulo cuyo título es un homenaje a este de Cortázar que tanto me gustó), y después los cuentos completos del escritor argentino que había publicado Alianza en una edición de bolsillo en cuatro volúmenes.
El recuerdo de todo esto me lo ha provocado la lectura de Cortázar y los libros, el último libro de Jesús Marchamalo, editado de forma exquisita - con ilustraciones, fotografías y una portada especialmente curiosa - por Fórcola Ediciones, una joven editorial madrileña dirigida por Fco. Javier Jiménez. Como reza el subtítulo, el libro es un recorrido por la biblioteca personal del autor de Rayuela que se conserva en la Fundación Juan March de Madrid. A quienes ya conocemos a su autor, el libro no puede sorprendernos: ni por la elección de Cortázar (un de los autores predilectos de Jesús), ni muchos menos por la parte de los libros, protagonistas absolutos en buena parte de la obra de un Marchamalo que ya ha demostraado con creces su bibliofilia en títulos de lectura muy recomendable como Las bibliotecas perdidas (Renacimiento, 2008) o esa pequeña joya que es Tocar los libros y que ya ha alcanzado su tercera edición (Fórcola, 2010).
En Cortázar y los libros no se nos habla de los libros que escribió Julio Cortázar, ni de los libros que se han escrito sobre Cortázar; se nos habla de los libros que leyó, anotó o subrayó el propio escritor. Marchamalo ha estudiado en profundidad la biblioteca cortazariana para documentar y tratar de explicar la relación - "voraz y casi nutritiva" - que Cortázar mantuvo con los libros. En este sentido, se puede decir que el resultado de la pesquisa detectivesca de Marchamalo es un recorrido por lo que el filólogo Gerard Genette llamó "paratextos" y definió en su obra Palimpsestos como el conjunto de aquellos textos rodean al texto principal y que incluyen "títulos, prefacios, epílogos, advertencias, prólogos, etc.; notas al margen, notas al pie de página, finales; epígrafes; ilustraciones; fajas, sobrecubierta y muchos otros tipos de señales accesorias". Un reocrrido por todos estos paratextos de la biblioteca cortazariana es lo que encontrará el lector curioso; un recorrido documentado pero muy ágil, escrito con esa especial habilidad de Marchamalo para ir intercalando en el texto infinidad de anécdotas y de detalles que normalmente pasan desapercibidos.
En definitiva, que se trata de un libro inequívocamente marchamaliano: una lectura jugosa y entretenida de esas que atrapan la curiosidad del lector y ya no la sueltan hasta la última página. Si a esto sumamos el hecho de que estamos hablando de la biblioteca y los recuerdos de un escritor a quien todos queremos, la tentación resulta difícil de evitar. Parafraseando una famosa metáfora del espigado novelista sobre los puentes que me gusta especialmente, termino esta berve reseña diciendo que un libro no es verdaderamente libro mientras los lectores no lo lean; un libro es Marchamalo escribiendo un libro sobre libros: sobre los libros de Julio Cortázar.
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Tiene muy buena pinta ese libro, puede que sea el mejor pasaporte para adentrarse en la literatura cortazariana.
ResponderEliminarTienes un relato ahí en esas vivencias entre hosteleras y literarias, con tu amigo Francesc en calidad de personaje en plan digamos Julio Aracil.
Mañana tengo un compromiso, pero el jueves puede ser buen momento para López, Antonio.
un abrazo