29 diciembre, 2009

August Strindberg - Pequeño catecismo para la clase baja


Por diferentes razones imposibles de analizar ahora, España nunca ha sido un país propenso al estudio de las literaturas extranjeras, y menos si éstas procedían de un ámbito tan lejano y extraño como es la Península Escandinava. Sin embargo, resulta evidente que esta situación ha cambiado en los últimos años hasta el punto que, con las reservas debidas, se puede decir que estamos asistiendo, en lo que al mercado editorial español se refiere, a un "descubrimiento" de una literatura nórdica que, como los datos demuestran, se ha puesto de moda. Al margen del éxito mundial y póstumo de Stieg Larsson, son varias las editoriales españolas que, cada vez más, apuestan por traducir textos clásicos y otros menos conocidos, de autores suecos, noruegos, finlandeses o daneses. Mención especial en este sentido merece la madrileña Nórdica Libros, una joven editorial que de la mano de su editor, Diego Moreno, se ha consolidado en muy poco tiempo como una editorial de referencia, gracias a la reconocida calidad de sus cuidadas ediciones y al acierto en la elección de un catálogo en el que conviven autores como Hans Christian Andersen, Isak Dinesen o Knut Hamsun, autor sobre el que, justamente ahora, se acaba de traducir una aclamada biografía.

Una de las últimas y más acertadas muestras de este interés editorial por lo nórdico lo constituye la antología de textos de August Strindberg que con el título de Pequeño catecismo para la clase baja y otros escritos, acaba de publicar Capitán Swing Libros, inaugurando así una nueva colección - "Polifonias" -, que ya es la tercera de esta joven editorial y que, por los nombres anunciados (Max Aub, Stefan Zweig, Takiji Kobayashi), se presenta francamente interesante. Como dice el título, se trata de una antología de textos, seleccionados, presentados y traducidos por Francisco J.Uriz, que todavía no habían sido publicados en castellano.

Más conocido como dramaturgo y pionero del género teatral que se ha dado en llamar "teatro del absurdo", August Strindberg fue siempre un escritor a contracorriente, poseedor de una personalidad esquizofrénica y ególatra, indisociable de su talante incoformista y contestatario. Pese a ser un autor relativamente desconocido en España, al menos en su faceta ensayística, como autor de panfletos y artículos, basta preguntarle a cualquier sueco informado para saber que estamos hablando de palabras mayores. Aunque el Nobel que le fue negado en vida, por culpa de sus inclementes críticas a la Academia Sueca, tuvo el consuelo póstumo de un funeral mutitudinario y de una fama imperecedera entre el público sueco. Como cuenta Uriz en su presentación del texto, ni su carácter polémico y problemático, ni su condición de agitador de masas, fueron obstáculo para que, con ocasión de la presentación de la edición sueca de sus Obras Completas, el presidente del Consejo Nacional de Cultura sueco calificara a Strindberg de "monumento nacional".

Y es que la Suecia de la segunda mitad del siglo XIX en la que vivió y escribió Strindberg, queda muy lejos de esa Suecia actual, paradigma del Estado del Bienestar y del nivel de vida. La Suecia de Strindberg era un país y de contrastes en el que una minoría de clase alta gobernaba a una mayoría de población trabajadora y hambrienta. En este ambiente tan propicio a la huelga y a la revuelta es donde se incribe la aparición de las soflamas incendiarias y la ironía mordaz del provocador Strindberg que vemos en estos textos.

El proceso de industrialización que empieza durante este período supone una transforamación que afectará especialmente a los dos colectivos que copan el mayor iportancia en estos ensayos de Strindberg: la clase obrera y trabajadora, que adquiere en este tiempo una mayor relevancia como sujeto del proceso histórico y, por otro lado, las mujeres, que empiezan a hacerse visibles como nuevas protagonistas en esos ámbitos y esferas de la sociedad que, hasta ese momento, le habían sido vetadas.

Por estas y por otras razones, por ser una antología de textos escritos con un estilo ácido y corrosivo, de una ironía fina y una provocación subversiva, recomiendo la lectura de este libro de Strindberg a todos aquellos que busquen una primera toma de contacto con un autor peculiar y extemporáneo, hijo de un tiempo que no quiso hacer suyo.

2 comentarios:

  1. Parece muy interesante, Paco, conocer esa faceta de Strindberg, del que recuerdo, ante todo, sus dramas El sueño y La tormenta, excelentes. Feliz año, amigo, y que veamos tus adelantos en las pesquisas del mundo barojiano.

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  2. Sí es interesante, Juan Antonio. Como decía, aparte de una aportación más a este interés por la literatura nórdica del mercado editorial hispano, también sirve para conocer otra faceta de este autor, más conocido por obras como las que citas.

    Respecto a los adelantos en mis pesquisas barojianas debo decir que va todo viento en popa, aunque de momento no se plasme en nada concreto (nada que podáis ver, quiero decir; yo en mi casa no paro de acumular apuntes, fotocopias y libros). Aun así, es probable que a lo largo de este 2010 salga algo publicado.

    Te deseo un feliz año igualmente.

    Paco Fuster

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