24 octubre, 2009

Fetichismo de la mercancía


"[...] la forma de mercancía y la relación de valor entre los productos del trabajo en que dicha forma se representa, no tienen absolutamente nada que ver con la naturaleza física de los mismos ni con las relaciones, propias de cosas, que se derivan de tal naturaleza. Lo que aquí adopta, para los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre aquéllos. De ahí que para hallar una analogía pertinente debamos buscar amparo en las neblinosas comarcas del mundo religioso. En éste los productos de la mente humana parecen figuras autónomas, dotadas de vida propia, en relación unas con otras y con los hombres. Otro tanto ocurre en el mundo de las mercancías con los productos de la mano humana. A esto llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo no bien se los produce como mercancías, y que es inseparable de la producción mercantil".

Karl Marx, El Capital

La semana pasada recibí - previo pago de su importe, claro - el ejemplar de la primera edición de la novela de Pío Baroja, El árbol de la ciencia (Renacimiento, 1911) que ven en la imagen de arriba. Al margen de necesitarlo para darle un uso académico (el estudio de la "materialidad del texto" que diría Roger Chartier), la única explicación que le encuentro al hecho de haber pagado una importante cantidad de dinero (que nadie me lo pregunte porque no quiero ni recordarlo...) por un libro que - según el precio que figura en el propio ejemplar - costaba en su día 3'5 pesetas, es que se ha apoderado de mi ese componente irracional que se añade al valor racional de un producto y al que Marx llamó en su día el "fetichismo de la mercancía".

9 comentarios:

  1. Juan Antonio Millón26 de octubre de 2009, 16:42

    La editorial Destino publicó un libro que le encargaron a Pío Baroja, El País Vasco, allá por el año 1953. En el capítulo dedicado a la biblioteca de su Casa de Itzea dice:"No he sentido nunca la afición del libro sólo por su aspecto; antes compraba libros para leerlos, y luego los prestaba y los perdía; luego los compré para utilizarlos y leerlos, cosa que parece lógica pero que para un bibliófilo es casi una blasfemia".
    Ya en un antiguo artículo, "La formación psicológica de un escritor", que publicó en la excelente revista de José Bergamín, Cruz y Raya, en 1935, trató el tema de la bibliofilia: "Comencé a hacerme coleccionista y bibliófilo. Con esta afición he rebuscado en ferias y en librerías de viejo con encarnizamiento. Esta caza del libro ha sido para mí muy divertida; primero, porque tenía pocos medios, y luego, porque no he perseguido la edición rara y la encuadernación curiosa, sino la obra principalmente para leerla. Esta pequeña manía comienza a ser el principio de mi epílogo."

    Traigo estas dos citas barojianas para mostrarte mi envidia y mi alegría, al mismo tiempo. Enhorabuena.

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  2. Como siempre, Juan Antonio, muy traídas las citas. No he leído "El País Vasco" pero, pese a ser un libro menor en la obra de Baroja, tiene cierto predicamento entre la gente que sólo se fija en el Baroja más vasco. Esta muy bien eso de "usar y leer los libros", diferenciando ambas acciones como dos cosas diferentes.

    Sobre la otra referencia, un matiz. "La formación psicológica del escritor", texto que sí he leído y que es un clásico para el estudio del autobiografismo en Baroja, no es que sea un antiguo artículo; es el discurso que leyó Baroja en 1935 cuando ingresó en la Real Academia Española (luego es verdad que fue publicado como artículo en esa revista). En mi tesina (memoria del Master) citaba el texto de Marañón "El academicismo de D.Pío Baroja" que fue, precisament, el discurso de contestación al de entrada en la Academia de Baroja. Muy interesantes ambos discursos.

    Comprendo tu envidia, Juan Antonio. Si te dijese el dinero que me ha costado (y eso que creo que he pillado un excelente precio y luego incluso lo rebaje en el regateo preceptivo) se te pasaría un poco. En cualquier caso, la sensación de tocar el mismo papel que palpó la gente de 1911 y de ver el libro tal y cómo ellos lo vieron por primera vez, es ciertamente impagable.

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  3. Juan Antonio Millón26 de octubre de 2009, 22:24

    Efectivamente, lo que publicó la revista cristiana Cruz y Raya, ese mismo año, fue un extracto del discurso de Baroja. Por otra parte, lo vasco no sólo no es algo despreciable, sino fundamental en el escritor donostiarra. Tuve la ocasión de conocer y hablar de ello con su sobrino, Julio Caro, en Madrid.

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  4. Sobre la "vasquidad" de Baroja me contaron el otro día una buena; o mala, según se mire. Me lo contó precisamente una lectora vasca de este blog (un saludo si me estás leyendo) que hizo su tesis sobre Baroja. Como me lo dijo en privado y en confianza, me abstengo de contarlo en público sin su permiso. Si lo recuerdo cuando nos veamos, Juan Antonio, ya te lo cuento en privado.

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  5. Juan Antonio Millón27 de octubre de 2009, 0:15

    No sé si te referirás a su obra "Momentum catastrophicum" o bien al percance con los bizcaitarras del diario Euzkadi, o la respuesta a Gustavo de Maeztu. Pero su sarcasmo antinacionalista, antidogmático, no va contra lo vasco, antes al contrario. Pero, bien, ya hablaremos.

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  6. Sr. Fuster, es usted muy afortunado por contar con un ejemplar de la primera edición de 'El arbol de la ciencia'. A pesar de estar en mal estado (al menos las cubiertas), podrá, en efecto, estudiar la materialidad del texto. Porque, como decíamos un día en mi blog, un libro no es un texto: es un artefacto material, algo que tiene tinta, papel, guardas, paratextos, qué sé yo. Todo eso que envuelve y forra el texto condiciona, por supuesto, la recepción. Usted ya no podrá ser un lector de primera generación, de aquella primera generación que tuvo entre sus manos 'El árbol de la ciencia', pero podrá imaginar un estado de ánimo a partir de la materialidad, a partir de un documento que ha sobrevivido al paso del tiempo. Ese documento, ese resto del pasado, le permitirá --como a los arqueólogos audaces-- reconstruir una civilización pretérita. Si partimos del documento, la experiencia se vuelve apasionante: cada detalle de ese resto es un enigma por descifrar. Por tanto, le deseo felices lecturas. Que para justificar su contento cite a Marx me lo hace más simpático. Un saludo, Justo Serna.

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  7. Gracias, Justo. Me has pillado intentando actualizar esto.

    Sobre el estado del libro, te lo llevaré un día físicamente para que lo veas. Para tener casi cien años, está muy bien conservado. Esa foto que he colgado no es mía, es de la librera que me lo vendió. Al ver el celo que tiene reforzano la lomera (me he hecho - a la fuerza - un "experto" en esta jerga librera) pensé que estaría peor, pero ciertamente me sorprendió ver que no, que dentro de lo que cabe, está bastant bien. Lo mejor, desde luego, es que conserva las cubiertas originales. Como te dije, la mayoría los venden ya encuadernados en piel y sin las cubiertas. Buscaré información sobre esa imagen de la cubierta y otra que hay en la contraportada, para interpretarlas. De momento he averiguado (no lo pone en el libro) que la imagen de la portada es un gravado de Durero.

    Al final no la puse, pero hubiera estado bien ver como contraste la imagen de la última edición que ha hecho Cátedra de la obra, una edición especial que, quitándole la sobrecubierta, te deja un ejemplar que parece un lingote de oro reluciente.

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  8. Grabado es con "b" alta que dicen en Venezuela...

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  9. Es verdad. En Venezuela y en Valencia: "b" alta y "v" baixa. De todas formas, como ésa habrá más; es lo que sucede cuando se piensa en catalán (en catalán "gravat" se escribe con "v") y se escribe en castellano.

    Paco Fuster

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